
Casi ni la echan en España. Carajo, casi ni la echan en ningún lado. Es de esas películas que vive de los festivales. Ganó el de Tromsø en su Noruega ‘natal’ y luego ha ido rebotando por la Europa de habla alemana fundamentalmente con estrenos limitados y/o en festivales hasta que de alguna manera ha llegado a la sala más ridículamente pequeña del Ideal de Madrid, donde la pude disfrutar en su noruego original.
Y vaya si la disfruté. No por el argumento, que podría definirse con la espeluznante mezcla de «si Juno y Mira Quién Habla tuvieran un hijo», sino por los personajes, las situaciones y, sobre todo, esa manera que tiene de poner capas de cariño sobre lo ridículo y capas de absurdo sobre lo punky. Es que es una peli punky. No de crestas, pero sí de mentalidades. Punkys de jersey y barba, de Geeks artistas marciales, de chicas que patinan en los suelos mal fregados, pero que no dejan de tener los pies en la tierra.

Lo mejor sobre la pantalla, claro, la prota: Kristine Kujath Thorp haciendo de chica perdida, en el mundo y en sí misma, a la que le cae la realidad de bruces en la panza en forma del hijo del «Cristo-polla», a traición y con voz propia. Sea sobre el papel, o sobre la pantalla (la pelicula está animada en parte, con mucho atino, sobre todo cuando representan escalofríos emocionales con puntitos crujientes), Rakel reacciona a todo a base de dibujos. Cuando llegan los momentos (¿inevitables?) más dramáticos, lo bordan gracias, precisamente, a Rakel, un personaje que matiene la coherencia en los extremos.
El resto del cast es simplemente una delicia, sin que haya ninguno que no te quedes con ganas de que salga más en la película. El tratamiento de los personajes está hecho con cariño y el más intrigante es el del ya mencionado «Cristo-polla» (Arthur Berning) que crece sin esperártelo de secundario ridículo a, casi, héroe, sin dejar de ser él mismo por el camino (es decir, lo peor). Rakel, sin embargo, triunfa por seguir siendo ella misma, pero aún así su personaje tiene la necesaria evolución hacia mujer que sabe lo que quiere… y lo busca.

Puede ser que esta maravilla inesperada de Yngvild Sve Flikke (basada en la novela gráfica de Inga H Sætre adaptada al cine por Johan Fasting), me haya ganado tanto precisamente por la sorpresa que me supuso. También podría que reconocer que gana mucho por su feeling über-indie que hace que se le perdonen, quizás, los fallos que jamás pasaría a una producción mejor financiada… Pero me niego. No, ea, no quiero. No es por nada de eso: es simplemente una película magnífica, una comedia sutil y obscena, un alegato feminista tan confunso como su protagonista, una frikada llegada del frío norte, fotografiada con sinceridad y que no olvidaré fácilmente.




